2022
15-MAYO
BICIPASION CLÁSICA
La segunda edición de Las Pionera volvió a tener fuertes ingredientes de ciclismo épico. Esta bicipasión clásica, que nos lleva a disfrutar de la bicicleta a través de una fórmula muy concreta y especial, tiene en La Pionera un espacio muy destacado por las características que reúne. La primera de ellas es el matiz cultural pues la propuesta de El Pedal Aragonés se apoya en un hecho histórico que nos proponemos destacar para hacer justicia a Mariano Catalán y Gregorio Barrio. Ambos realizaron hace siglo y medio el recorrido que nosotros repetimos ahora de forma relajada. Ellos lo hicieron con dos "michaux" de fabricación propia. Nosotros, salvo López Nieto, con bicicletas clásicas pero todavía de buen ver y de fino pedaleo.
El segundo elemento de esta metáfora ciclista es el pasional, o lo que es lo mismo, referencial a una afición, a una cara del poliedro ciclista que nada tiene que ver con las tendencias que marca la Ley del Carbono. Esa pasión nos lleva a recuperar viejas bicicletas o a dar vida a aquellas que han dormido en el garaje –olvidadas- no menos de treinta años y que en su día fueron nuestra cómplice para competir, para disfrutar del pedaleo o para viajar. El ciclismo clásico les devuelve la vida.
La Pionera contiene un tercer elemento. Es la presentación de la actividad bajo una fórmula insólita de pedaleo nocturno. Unas veces se marcha en grupo, otras en solitario. En cualquier caso un pedaleo que nos permite adentrarnos en “la noche” de los tiempos heróicos de aquellas etapas larguísimas que duraban casi dos días.
Con todos estos ingredientes, con mucho humor y también con gran camaradería se abrió en Huesca la segunda edición de esta biciclásica original y única. Bien provistos de ropa y con un café y pastas en la puerta del casino oscense, a las tres en punto –escoltados por la policía local de Huesca- veinticinco ciclos se pusieron en marca camino de Zaragoza, desafiando una situación meteorológica dura, presidida por el rey cierzo.
El alto de Las Canteras, a la salida de Huesca, hizo del pelotón un rosario de veinticinco misterios, cada cual a su ritmo. En lo alto un cierzo demoledor agitaba ciclistas y bicicletas como si de una penitencia se tratase. El pecado: haber retado a la noche sobre una bicicleta. Y entre los desafiantes casi media docena con los setenta bien cumplidos: ¡abajo el colesterol, la hipertensión, el reuma, el azúcar y otros azotes de la edad!
En Almudevar, patria chica del personaje Pedro Saputo, de nuevo el Consistorio nos abrió la Casa de Cultura para que Tolosana nos pudiera ofrecer su maravilloso manjar, la mundialmente conocida Trenza de Almudévar, que se acompañó con vino y moscatel. Compartimos la plaza mayor con los asiduos de la noche que, cubata en mano, no daban crédito a lo que veían: unos chalados con sus viejos cacharros… tapados hasta el gorro.
Se reanudó el camino hacia Zaragoza. Quedaban cuarenta kilómetros hasta el repostaje de Villanueva de Gállego y de nuevo hubo escisiones del gran grupo. Ya fuese en parejas o incluso en almas solitarias únicamente detectadas a lo lejos por su foco se fueron cerrando kilómetros poco a poco. Ese tramo es el más llevadero y también el más profundo y de mayor contenido. Hay momentos de charla y también momentos de rodar silencioso únicamente perturbado por la dinamo de algún retro que la ha sacado del olvido. “Esta dinamo y el farol los tengo de cuando corría ya que algunas noches me iba a entrenar dado que no podía por el día”, decía Manolo Guillén, un ilusionado participante que entró en contacto bajo la oscuridad con el ciclismo clásico. Manuel ama la bicicleta y quiso hacer su bautismo con la misma máquina que ejecutó su primera competición... ¡hace ya tantos años!
En Villanueva de Gállego llegó la vida... la resurrección al mundo actual. Primero con el calor del restaurante y luego con los huevos fritos bien acompañados que nos ofertaron. Fue un rato muy agradable de charla y revisión de la experiencia que permitió romper el alba para salir del refugio ya sin necesidad de luces artificiales. El acceso a Zaragoza debió modificarse a causa del Maratón ya que había instalado su recorrido en la zona más inmediata a la Plaza del Pilar. No obstante, con una buena ración de semáforos, llegamos a la Plaza de Santa Engracia. A las puertas de la Iglesia de esta Santa que da nombre a la plaza concluyeron su viaje de ida nuestros históricos Catalán y Barrio, y allí acabamos también nosotros.
Con unas fotos para la prensa local, para el reportaje de Fernando Sánchez y el apoyo gráfico de Javier Castañer, se cerró una edición dura en el clima y cálida en lo humano. Entre todos logramos dar unos momentos de vida a Catalán y Barrio.
¡Y el próximo año el 150º Aniversario! Se impone hacer algo extra.
AG
https://goo.gl/photos/St9GGEm2Q4CoLsde6
El alavés López Nieto llegando a Zaragoza, con su caracterización Maurice Garin
Trenza de Almudévar. Un delicioso manjar de Tolosana
En Zaragoza, en el Paseo de Independencia
CRONIOCA DE EMILIANO, UN NOVATO CICLOCLASICO LLEGADO DESDE ASTURIAS
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LA SOLIDARIDAD Y EL PEDAL ARAGONÉS
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Ayer, uno de abril de 2017, se celebró la segunda edición de la ruta clásica deciclismo La Pionera, con un recorrido desde Huesca hasta Zaragoza, que
conmemoraba la épica y admirable hazaña que protagonizaron Mariano
Catalán y Gregorio Barrio hace la friolera de 149 años, convirtiéndose así en
los pioneros del ciclismo español.
Era mi primer contacto con una prueba de ciclismo clásico y consideré que
tanto mi bautismo, en este tipo de pruebas, como el de mi Zeus-Alfa del 71,
deberían iniciarse con este acontecimiento que organiza El Pedal Aragonés.
Poco puedo decir de la prueba, pues hay ríos de tinta escritos sobre la misma,
también sobre Catalán y Barrio y por supuesto sobre el club El Pedal Aragonés
y sus eficaces organizadores. Únicamente quiero expresar mi agradecimiento a
todos los miembros de la organización a los que tuve la oportunidad de
conocer: desde las personas que iban en el coche de carrera, en el coche
escoba o al de los fotógrafos, como también a aquellos con los que tuve la
oportunidad de hacer el recorrido pedaleando.
Lo cierto es que mi contacto con estos últimos fue escaso y puntual, limitado a
los puntos de agrupamiento y de avituallamiento, pues mi condición física no
estuvo a la altura del resto de los compañeros que realizamos la marcha, lo
que me obligó a pedalear en solitario y descolgado del pelotón la mayor parte
del tiempo.
El ritmo de paseo que imprimieron mis compañeros, aunque lento para ellos, a
mí “me sacó del punto” desde el kilómetro cero, por lo que era consciente de ir
“pasado de vueltas” y por encima de mis posibilidades, siendo conocedor de lo
que inevitablemente me sucedería físicamente.
En el primer tramo, Huesca-Almudévar, me acompañó José Antonio Bernad (de
El Pedal Aragonés, y que posteriormente me llevó de regreso a Huesca) el cual
fue animándome y aliviándome del esfuerzo que tenía que hacer para que no
me amaneciese antes de llegar a Almudévar.
En el segundo tramo, Almudévar-Villanueva de Gállego, llevaba no una pájara,
no. Llevaba un pajarón del doce y fue entonces cuando apareció mi ángel
salvador. Sentí una mano en mis riñones que me alivió la pesada carga que
tenía que arrastrar, conjuntamente con unas palabras de aliento y ánimo. Era
Adolfo Bello. ¡Qué grande!
Sus infatigables ochenta y cuatro años y su sobreesfuerzo continuado durante
muchos kilómetros tirando de mí, me permitieron llegar a Villanueva de
Gállego. Pero sobretodo me permitieron ver la grandeza y generosidad de un
ser humano volcado con su gran pasión: el ciclismo. El ciclismo con
mayúsculas al que haré referencia a final de mi escrito.
El tercer y último tramo, Villanueva de Gállego-Zaragoza, fue el mas tranquilo,
rodamos en grupo bajo la espléndida luz de un amanecer soleado, primero
conversando con Idoia Aguirre y posteriormente, hasta llegar a la capital
aragonesa, con Raúl Jiménez, un cicloturista apasionado, cuya referencia
grabada a fuego es la figura de otro pionero singular: Vicente Blanco “El cojo”.
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Fue, sin duda alguna, un día muy duro para mi en lo físico, pues sufrí como
hace años que no lo hacía, me desfondé totalmente y lo pasé muy mal sobre la
bicicleta; sin embargo, todo ese sacrificio mereció la pena y como manifesté a
Ángel Giner (Secretario del club) el año que viene, coincidiendo con el 150
aniversario de la ruta realizada por Catalán y Barrio, volveré desde Asturias
para estar con toda la gente de El Pedal Aragonés en La Pionera de 2018. Eso
sí, mejor preparado que en esta ocasión.
Un obligado y entrañable recuerdo es para otro miembro del club, Sigfredo
Arrieta, con domicilio en Huesca y casado con una paisana mía, que me ayudó
a colocar el dorsal en la bicicleta y me envió las primeras fotos de la prueba por
wasap, antes de que llegase a Asturias y que, por razones que no vienen al
caso, no pudo participar este año.
No quería concluir mi crónica particular sobre La Pionera 2017, sin incluir unas
líneas del magnífico escrito recogido en la sección “aula pedagógica” de la
“lavueltajuniorcofidis.com”, donde se hace referencia a los valores del ciclismo,
en concreto a la solidaridad. Dice así:
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“El ciclismo es un deporte idóneo para socializar el valor de la solidaridad. El deporteen equipo en el que sólo puede ganar uno. Desde esta anomalía, se han gestado los
grandes triunfos de los más grandes campeones: desde el propio Coppi hasta
Induraín, pasando por Anquetil y Merckx.
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Un gran ciclista lo tiene muy crudo sin un gran equipo que le ayude, incluso en lastareas más modestas. Desde suministrarle bidones a cambiarle la bicicleta en
momentos de avería mecánica, animarle en los malos momentos, tirar del líder para
que reserve fuerzas…
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El ciclismo es un complejo trabajo en equipo en el que muchos deben ser solidariospara que uno pueda subir al podio o pueda mantener una buena posición en carrera.
La labor de los más modestos o limitados se vuelve importante si el líder responde y
en ese objetivo común deben estar todos importantes.
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Pero este valor de la solidaridad no lo podemos observar tan solo en competición. Enmuchas pruebas para aficionados tenemos decenas de ocasiones para ser solidarios
con nuestros compañeros de ruta o incluso con otros ciclistas que necesitan ayuda: un
grito de ánimo, un pequeño empujón para superar un repecho imposible, una ayuda
mecánica, una cámara para reparar un pinchazo, ofrecer una buena rueda que ayude
a los más cansados a superar un tramo contra el viento… Una prueba cicloturista
ofrece muchas ocasiones para practicar la solidaridad incluso con aquellos a quienes
ni conocemos.
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La otra cara de la moneda de esa solidaridad, valor indiscutible del ciclismo, es elagradecimiento. El otro valor y verdadera moneda de cambio para quien ofrece su
ayuda a aquel que lo está pasando mal sobre la bicicleta. Por cuestiones como esta,
el ciclismo es un deporte tan especial.
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- Recibid desde Asturias, todos los componentes de El Pedal Aragonés mi agradecimiento por las muestras de afecto, ayuda y solidaridad recibidas en mi Pionera del 2017.
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Rafael Emiliano Velasco Sainz
Emiliano, segundo por la izquierda, en una de las múltiples fotos de fin de La Pionera, ante la Iglesia de Santa Engracia de Zaragoza, donde la crónica dice que llegaron los pioneros Catalán y Barrio.
Emiliano, al igual que Javier (primero por la derecha), situado al lado López Nieto "Maurice Garin", vivieron en La Pionera su bautismo cicloclásico.
Un detalle de la máquina de Luis López Nieto, una bicicleta centenaria que rodó perfectamente los 72 kilómetros de Huesca. Solamente esta máquina y la Ráfaga de Angel hicieron el trayecto con un único piñón en la rueda trasera.